miércoles, 15 de mayo de 2013

La procesión - Yolanda Gozálvez


                                                                  X.S Pareja (1923) de Xul Solar


Tío Conrado, después de casarse, se asentó a vivir en un pueblito entre la arena, donde transcurrió la vida de mis abuelos.
En su viaje de bodas, visitó Buenos Aires y se enamoró del Cabildo Histórico, e hizo construir una copia casi fiel, de este monumento.
Le llamaban “El exéntrico” o el “Singularito”, no sólo por su casa, sino también por su forma de vestir y de llevar la vida. Como salía poco, volvían a recordar su existencia, durante la festividad de su santo, cuando en compañía de Tía Dolores, su mujer, partían, como dos emperadores, en procesión por el poblado: Envueltos en moradas capas de seda, como una prolongación del atuendo del patrono, del suyo, claro, ya que vivía ajeno a las tradiciones lugareñas. Nadie se incorporaba a la marcha, menos aún, mi abuelo, a pesar de ser primos y vecinos. No podíamos comprender el significado de la solitaria y ostentosa caminata: Conrado el “singularito”, La Dolorita, como él la llamaba, las dos criadas, los tres perros y un poco más atrás, mis primos y yo.
Subyugados, nos íbamos aproximando, despacio, a la reducida marcha, deslumbrados, por tanto pedrerío, tanta flor, cintas y borlas… y especialmente las borlas colgaban del santo e iban marcando dos surcos en la arena.
El abuelo, trataba de ignorar la escena que fulguraba frente a su casa sin dejar de mirar, hechizado, detrás de los visillos, el señorío de la gallarda marcha.
Quedaba largo rato, como imantado por el andar de la Dolorita, sus enormes ojos y sus prominentes pechos, cortando el aire de la tarde norteña de más de cuarenta grados.
Daban una vuelta por las dos únicas calles, trepando un paso a nivel y regresando por el otro.
Guardaban el santo y nos despedían en la puerta, con golosinas, graciosas reverencias y una mirada de complicidad entre ellos.
El abuelo nos esperaba en la puerta del zaguán, morado de rabia, tan morado, como las procesionales capas.
Mucho tiempo después, nos enteramos de que todo, todo, fue a causa de la Dolorita. La hermosa y opulenta Dolorita.

4 comentarios:

  1. Que bueno! excelente y me hizo acordar algunas anécdotas de mi abuelo

    Susana Valdez

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  2. felicitaciones a la autora, me encantó el texto

    Alicia Murua

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  3. Me gusta que no se cierren en la poesía, la narrativa es muy linda, contar y recordarnos cosas que podemos haber vivido y otras que nos abren la cabeza. Felicitaciones Yolanda.

    Andrea Casas

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  4. Excelente poeta y narradora, además de tener el más amplio anecdotario que haya visto en mi vida. Un abrazo para ella

    Lily Chavez

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