Identidad Mi nombre
no me nombra
nada angélico hay en mí.
Pertenezco a la tierra.
Debieron llamarme
piedra
montaña
río
De esa naturaleza es mi sustancia
Cuanto solsticios
estaciones
soles de amor
Nutriente que sacia mi sed antigua
heredada de generación en generación
Ávidas laten mis células
cálices abiertos
expectantes
al filo de las horas que acercan
el momento del gozo
cuando el son de la vida
deviene en abrazos
carne
conjunción
Lejos están las esferas celestes
De este suelo soy.
PariasNo habrá más tierra que en las uñas
ni respuesta para los ojos hacinados
de los pequeños tripulantes.
Navío condenado:
¡qué siniestra carcajada la del agua golpeando
por los flancos!
Vietnam no era todo el infierno
y el mar impostura.
Por las siete vueltas del Estigia
navegan sin rescate.
Nadie apueste por un puerto, un timón,
una brújula.
VII
Ser roca
piedra como ésas del camino
que se arrojan o se dejan
como las piedras preciosas que se engarzan.
Con la misma dureza.
Monolítica.
Para seguir resistiendo.
Angélica Garay
(de Comarca y otras Latitudes – Ediciones Argos)
Inexpugnable
Es inútil que lleves ofrendas
abalorios, alucemas, pebeteros
o que tiendas altísimas escalas.
No derrumbarás ese cerco.
Los inabordables fosos
vuelve infranqueables las murallas.